29 de noviembre de 2008

MOVIMIENTO POR LA PAZ Y LA NO VIOLENCIA

Los humanos buscamos una palabra, una imagen, que nos represente totalmente, aspiración imposible... pero constante. No soportamos nuestra propia diversidad, nuestros distintos espejos, y así buscamos una identidad. Y así una y única: somos... y para siempre.

La cuestión de la propia identidad, es un asunto ya complicado. Pero cuando intentamos compartir una identidad con otros, que es la forma que adopta la idea de identidad social, la complejidad aumenta. Por eso, no se nos escapa, el profundo desafío que implica reconocernos en nuestras diferencias y caminar juntos en el Movimiento por la Paz y la no violencia.

Vivimos en una Argentina violenta y damos por hecho y terminado que la violencia es un rasgo indisoluble de nuestra identidad. Por eso la aceptamos pasivamente en nosotros mismos y en los otros y así perdemos nuestra dignidad y caminamos mansamente en nuestra degradación y en la degradación de la Argentina toda.

Quizás reconocer y relatar sobre nuestra propia violencia, nos permita no aceptarla como un rasgo de nuestra identidad, sino ubicarla como la enfermedad, como el mal que nos aqueja. Quizás así podamos encarar una cura social. El primer paso, admitir que la violencia nos habita. Reconocerla una y otra vez en sus diferentes caras y sus diversas presentaciones.

El trabajo es sobre nosotros mismos, pero no en aislamiento. Una de las primeras preocupaciones del totalitarismo es lograr el aislamiento ya que en ese estado el hombre pierde toda capacidad de acción y pierde esa peculiaridad creativa mínima, de agregar algo propio a lo común. Admitir implica relatar, y no hay relato sin relación al semejante. Y relatando no se fuga y en el relato asoma la verdad y en la asunción de la verdad quizás, esté la cura.

La verdad tiene un poder otro, diferente, único, se trata de distinguirlo de las formas de hegemonía ya sean sociales, económicas o culturales. El poder de la verdad funda lo nuevo, es acontecimiento, es liberación, es revolucionario. Esa revolución libera de la cobardía y no necesita armas, solo se trata de mirarse cara a cara con la verdad, una y otra vez, a lo largo del camino.

La violencia siempre cambia de rostro. Allí dónde creemos ya conocerla, cambia de ropaje, embiste en otras figuraciones y en otros paisajes. La violencia es ante todo una cuestión estructural, tanto de la estructura de cada individuo, como de la estructura social. Por eso logró legitimarse y naturalizarse, y crecer y crecer...

En los fines de esta época que nos toca vivir, leemos con naturalidad que se legitime a nivel mundial como “un mal necesario” esa practica que sólo nuestra especie practica, torturar. Los animales matan no torturan, es decir no transformaron la violencia en crueldad.

Hoy producto de esa naturalización la crueldad está legitimada en nuestra civilización, mejor dicho, en nuestra barbarie. Por eso no paralicemos la Paz y la no violencia, ese es nuestro deber ético.
Enviado por: Rocío Ballesteros Ocampo

2 comentarios:

Rosy dijo...

La violencia es un mal que involucra a todos los individuos en mayor o menor tamaño sin embargo,las autoridades tienen mucha responsabilidad en este asunto no solo en Argentina sino en todo el mundo. El México cada vez que encendemos la radio, el televisor o al leer el periódico nos damos cuenta que la violencia va en aumento, demos reflexionar sobre este tema y no dejar que se convierta en algo habitual en nuestras vidas. Rosa Ma. Vázquez

Anónimo dijo...

La violencia es un problema psicologico que esta presente en todo individuo y que además pienso que se ha visto ultimamente con mayor fuerza no solo en Argentina sino a nivel mundial incluyendo a México, gracias a los medios de comunicación tales como la radio, el periodico y principalmente la televisión, ya que transmiten programas en donde se persibe un alto nivel de violencia (muertes,asaltos,violaciones, entre otras cosas) y el individuo principalmente los niños van creciendo con estas ideas hasta llegar a imitarlas.

VIRIDIANA PEREZ CORDERO